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Hay gente que cree que sus conocimientos sobre el azar y la estadística propician una mejor suerte. Que estudiar y analizar las reglas de un juego como el póker te da más porcentajes de victorias. Quiero contaros qué me ha pasado hoy.

moneda

Hoy he ido a hacer snow a «Port del Comte», cerca de Solsona, en la provincia de Lleida.

Transcurrido todo el día, vamos a devolver el material a la tienda. Entran mis compañeros a devolver las botas y la tabla y me quedo fuera fumando un pitillo. Atiendo al móvil. Uno de mis amigos, a través del cristal me pide el tíquet de devolución. Cojo el monedero, saco el tíquet y se lo doy. Vuelvo a sentarme en el banco de enfrente la tienda y sigo a lo mío hasta que se termina el cigarrillo. Recojo todo y entro a la tienda. Me quito las botas, devuelvo la tabla, me pongo mis bambas.

Ya cómodo y relajado, hablo con una chica muy maja, me sonríe, le pregunto a un chico si le di el DNI al dejar el material. Me contesta que nunca se lo quedan. Pero no me fío. Reviso en mi monedero si llevo el DNI encima. Lo busco en mi bandolera, no lo encuentro, lo busco en la bolsa que llevo en la espalda, no lo encuentro, compruebo los bolsillos, no lo encuentro. Repito esa misma operación varias veces, hasta darme cuenta que no lo llevo encima. Me pongo nervioso. Le pregunto a la chica si ha visto un monedero, me contesta que solo tienen unos guantes perdidos. Le digo que me parece que he perdido el monedero y, intentando tranquilizarme, me dice que recuerde el último sitio donde lo vi. Hago memoria y recuerdo que lo saque para sacar el tíquet. Voy al banco de fuera, pero no está. Un amigo mío que está fuera me ve nervioso. En ese momento no se me ocurre qué más hacer. Con la mente en blanco, me resigno y pienso «que mala suerte»…

Por sorpresa. Un hombre de unos cuarenta años, me dice: «¿has perdido un monedero? Con la voz temblorosa, le respondo que sí. Y me dice que lo tiene el chico de la tienda. Todo estaba dentro, no se extravió nada. Respiro aliviado.

De camino a tomar una cocacola, oigo suerte David Martínez, era el hombre de los cuarenta años.

Mientras tomaba la cocacola, me entra un apretón. Entro en el baño de caballeros, dejo el vaso de cocacola encima la taza, me quito el anorak, dejo mis bolsas en el suelo. Hago eso. Y cuando me decido a lavarme, me doy cuenta que no hay papel. Entreabro la puerta, no hay nadie. Espero un rato y veo un chaval que va a lavarse las manos. Le digo si podría mirar en los otros lavabos si hay papel. Pasan unos segundos. Entrecierro la puerta. Al cabo de un minuto, un hombre me dice que no hay papel, pero me da un clínex, lo cojo, lo abro y cae una moneda de un céntimo.

Conclusión: Pasé de perder un monedero a ganar un céntimo.